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No, no. No es un curso para aprender a montar en bici. Lo siento. Creo que eso no se puede hacer leyendo sino practicando. Aprendiendo el equilibrio, siguiendo una línea, soltando una mano y luego la otra sin perder el rumbo, girándose sin desorientarse, posicionándose, señalizando, mejorando las trazadas, cediendo, observando a los demás, anticipándose, parando... circulando.
Relacionándose. Es a este punto al que quería llegar. Necesitamos saber para qué sirve la bicicleta y para qué no. Necesitamos aprender dónde funciona y dónde no. Necesitamos saber cuándo hay que ir montando en bicicleta y cuándo no. Y es aquí donde tenemos mucho que aprender. Todos. Tenemos que aprender a relacionarnos y a relativizar. A mí me costó mucho darme cuenta de que la bicicleta no vale para todo y no debe circular por todos los sitios impunemente. Y no precisamente porque haya una norma que lo prohíba. No.
Es más una cuestión de respeto, de libertad y de oportunidad. Me costó bajarme de la bicicleta cuando acompañaba a alguien que iba andando a mi lado. Y me sigue costando. Pero creo que mejora mucho la relación. A veces nos ponemos muy tontos, intentando circular por espacios prácticamente intransitables. Por no bajarnos. A veces queremos forzar el puerta a puerta hasta el último metro.
Y no nos damos cuenta de que vamos haciendo el ridículo. Nos aferramos a conquistas históricas (ahora a los ciclistas se les reconoce el derecho a andar por determinados espacios peatonales) o a nuevas fórmulas posibilistas de convivencia en las aceras (absolutamente desafortunadas) y vamos infringiendo nuestros derechos a los demás.
Y no nos damos cuenta de lo fácil que es desmontar. A mí me costó desmontar de la bicicleta cuando en las zonas peatonales por donde circulaba había demasiada gente. Y sin embargo, cuando lo empecé a hacer, me di cuenta de que avanzaba más rápido y agredía menos a los demás. Ahora lo hago cada vez más habitualmente y os puedo asegurar que funciona. Me gusta. Me da la razón. Me ayuda a entenderme. Y a entender a los demás. Me quedo con muchos detalles. Puedo ver los escaparates y comentarlos. Me puedo parar. Y luego me puedo montar otra vez en la bici y seguir mi marcha. Creo que no soy el único que lo hace. Aunque creo también que la mayoría de los que lo practican son chicas. Ellas sabrán.
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